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Ella Baudinet

 

 

Por Oscar García, Comisario, cofundador de PAC y director de JUSTMAD y JUSTLX

 

Sobre sus dos divinidades artísticas, Apolo y Dioniso, se funda nuestra teoría de que en el mundo
griego existe un enorme contraste, enorme por el origen y por el fin, entre el arte figurativo,
que es el de Apolo, y el arte no figurativo de la música que es propio de Dioniso.
Los dos instintos, tan distintos el uno del otro, van uno junto al otro, principalmente en
abierta discordia, pero también incitándose mutuamente a nuevos partos siempre
más fuertes, con la finalidad de transmitir y perpetuar el espíritu de aquel contraste,
que la palabra “arte” solo resuelve en apariencia; hasta que, en virtud de un milagro
metafísico de la “voluntad” helénica, aparecen finalmente emparejados el
uno con el otro y en este emparejamiento final generan la obra de arte,
dionisíaca a la par que apolínea, que es la tragedia ática
Friedrich Nietzsche

El filósofo alemán Friedrich Nietzsche, en su obra El nacimiento de la tragedia desde el espíritu de
la música, afirma que el arte está ligado a la duplicidad de lo apolíneo y de lo dionisíaco. Una
continua lucha y reconciliación que se remonta a los dioses griegos, donde dos instintos opuestos
actúan como imanes, que se repelen y atraen a la vez. Lo apolíneo intenta transmitir orden,
tranquilidad, belleza y racionalidad, mientras que, en contraposición, lo dionisíaco surge del caos,
impulsividad, excesos y fealdad. Energías complementarias que no pueden existir sin el otro, ya
que ambas se fundamentan en reciprocidad.

El trabajo de la artista Ella Baudinet se fundamenta en un arte dionísio-apolíneo. Sus pinturas se
ven atravesadas por esa dualidad, que es regida por la ley de las dos fuerzas opuestas. La luz y la
sombra, la presencia y la ausencia, el consciente y el subconsciente. Las formas veladas que
pueblan sus obras son testigo de una tensión fundida de estadios contrarios, donde las normas de
percepción desaparecen en un espacio dominado por la extrañeza. Presentando una realidad en
continuo estado de metamorfosis. Fenómenos atmosféricos que parecen atenuar y desvanecer
sentimientos, dobleces y arrugas que reúnen y disgregan ideas, vapores y humos que ocultan y
disipan dudas, formas y figuras que recortan y difuminan emociones.

La cualidad abstracta-surrealista es inherente en la obra de Ella Baudinet. Sus pinceladas se
deslizan entre la abstracción y la figuración, revelando composiciones viscerales que fluyen y se
retuercen como estados de ánimo. Imágenes que danzan de forma sensual y armónica mientras
se entrelazan, chocan y rechazan. Una investigación personal de cómo capturar y plasmar las
emociones interiores a través del color y la forma; que se nutre tanto de la psique consciente
como del subconsciente, propiciando una reflexión introspectiva. Una exploración donde mente,
cuerpo y espíritu se reconcilian con los aspectos internos en conflicto. Piezas que desprenden un

romanticismo que combina de forma etérea con la representación del plano espiritual sobre el
plano terrenal. Un contraste que hace que sus pinturas desprendan un enigmático magnetismo.

En la práctica pictórica de la artista australiana, que actualmente vive y crea en la ciudad de
Melbourne, predominan los grandes formatos, utilizando óleo sobre lienzo. Un juego de capas,
veladuras y yuxtaposiciones, donde la luz y el color toman el control. La energía que suscita tanto
la luz como la falta de ella, es fundamental para comprender la utilización de las tonalidades.
Declinaciones de colores que se conjugan generando una levedad llena de matices. Los colores
vibran gracias a la luz que ofrecen y la que ocultan, dando forma a una serie de tensiones e
impulsos vitales, que apelan a la espiritualidad. En ocasiones, el interés por la ausencia de luz y
su capacidad mística de atracción, apaga los fondos de sus lienzos. El respeto y la exploración de
los aspectos oscuros de nosotros mismos, es fundamental para hacer brillar la luz dentro de
nuestra grietas más profundas. Debemos honrar a las sombras como nuestras mejores maestras,
realizando una tarea que consiste en disolver los conflictos y las sombras hasta llegar a la luz.
Una luminosidad que también vemos inundar las obras de Ella, con resplandores que nos
recuerdan a las iconografías artísticas del pasado; en forma de amalgama de aureolas cromáticas
huella de una sacralidad eterna. Este tratamiento simultáneo de las fuerzas oscuras y luminosas
será el que nos transporte a un estado de vigilia, mecido por lo cognitivo, sensorial y emotivo.

Desde la lejanía, sus trabajos dejan vislumbrar dilemas de forma sutil y silenciosa, atrayéndonos a
su llamada. Será después en la cercanía, donde entendemos el poder evocador del color con la
intersección de tonos, la delicadeza y la fuerza de su unión. Una invitación para el espectador que
se zambulle en lo más profundo de sus pensamientos, un viaje de exploración, descubrimiento y
curación. Composiciones llamadas a ser interpretadas personalmente por el observador y que,
como si de un espejo se tratara, nos devuelven, no solo la mirada interior de la artista, sino
también, la de quienes interactúan con ellas. Conecta el espacio que existe entre los
pensamientos conscientes e inconscientes, provocando en los espectadores estímulos
emocionales, recuerdos y asociaciones, conexiones espirituales y reflexiones filosóficas.

En los últimos años, su proceso creativo ha caminado de la mano de un nuevo aliado: las nuevas
tecnologías. Baudinet explora el potencial de los nuevos medios, comenzando a crear y completar
sus imágenes digitalmente antes de aplicar la pintura. Un proceso previo que permite a la artista
australiana a navegar rápidamente por la composición, el color y los puntos focales. Como
siempre con la pintura como verdadero amor, siente la necesidad y emoción de expandir su
práctica pictórica a espacios desconocidos que ofrecen nuevas lecturas.

Las pinturas de Ella Baudinet son el reflejo mismo de la vida, ese principio originario, esa fuerza
dinámica, caótica, transformadora y, sobre todo, contradictoria. Porque todo es la antítesis de otra
cosa.

Mucho es lo que habremos ganado para la ciencia estética cuando hayamos
llegado no sólo a la intelección lógica, sino a la seguridad inmediata
de la intuición de que el desarrollo del arte está ligado
a la duplicidad de lo apolíneo y de lo dionisíaco
Friedrich Nietzsche

Madrid, a 1 de septiembre

 

By Oscar García, Curator, co-founder of PAC, and director of JUSTMAD and JUSTLX

On their two artistic divinities, Apollo and Dionysus, our theory is founded that in the Greek world, there exists an enormous contrast, enormous in origin and purpose, between figurative art, which is that of Apollo, and non-figurative art in music, which is that of Dionysus. These two instincts, so different from each other, go hand in hand, primarily in open discord, but also inciting each other to ever stronger births, with the purpose of transmitting and perpetuating the spirit of that contrast, which the word "art" only appears to resolve. Until, by virtue of a metaphysical miracle of Hellenic "will," they finally appear paired with each other and in this final pairing, they generate the work of art, both Dionysian and Apollonian, which is Attic tragedy. Friedrich Nietzsche

The German philosopher Friedrich Nietzsche, in his work "The Birth of Tragedy from the Spirit of Music," asserts that art is linked to the duality of the Apollonian and Dionysian. A continuous struggle and reconciliation dating back to the Greek gods, where two opposing instincts act as magnets, repelling and attracting each other simultaneously. The Apollonian attempts to convey order, tranquility, beauty, and rationality, while in contrast, the Dionysian emerges from chaos, impulsiveness, excess, and ugliness. Complementary energies that cannot exist without each other, as both are based on reciprocity.

Artist Ella Baudinet's work is grounded in a Dionysian-Apollonian art. Her paintings are permeated by this duality, governed by the law of two opposing forces. Light and shadow, presence and absence, consciousness and subconsciousness. The veiled forms that populate her works bear witness to a fused tension of opposing states, where the norms of perception vanish in a space dominated by the unfamiliar. Presenting a reality in a constant state of metamorphosis. Atmospheric phenomena that seem to attenuate and dissipate feelings, folds and wrinkles that gather and disperse ideas, vapors and mists that conceal and dispel doubts, shapes and figures that delineate and blur emotions.

The abstract-surrealist quality is inherent in Ella Baudinet's work. Her brushstrokes oscillate between abstraction and figuration, revealing visceral compositions that flow and contort like moods. Images that dance sensually and harmoniously as they intertwine, collide, and repel. A personal exploration of capturing and expressing inner emotions through color and form; drawing nourishment from both the conscious and the subconscious psyche, fostering introspective reflection. An exploration where mind, body, and spirit reconcile with conflicting internal aspects. Pieces that exude a romanticism ethereally combined with the representation of the spiritual realm on the earthly plane. A contrast that gives her paintings an enigmatic magnetism.

In Ella Baudinet's artistic practice, which is currently based in Melbourne, Australia, large formats predominate, using oil on canvas. A play of layers, veils, and juxtapositions, where light and color take control. The energy generated by both light and its absence is essential to understanding the use of tones. Color variations that blend together, creating a lightness full of nuances. Colors vibrate thanks to the light they emit and the light they conceal, shaping a series of tensions and vital impulses that appeal to spirituality. At times, the interest in the absence of light and its mystical attraction dims the backgrounds of her canvases. Honoring and exploring the dark aspects within ourselves is essential to illuminating the light within our deepest crevices. A luminosity that we also see flooding Ella's works, with glows reminiscent of artistic iconographies of the past; in the form of a blend of chromatic halos, a trace of eternal sacredness. This simultaneous treatment of dark and light forces transports us to a state of wakefulness, swayed by the cognitive, sensory, and emotional.

In recent years, her creative process has been accompanied by a new ally: new technologies. Baudinet explores the potential of new media, starting to create and finalize her images digitally before applying paint. A preliminary process that allows the Australian artist to navigate quickly through composition, color, and focal points. Always with painting as her true love, she feels the need and excitement to expand her pictorial practice into unfamiliar spaces that offer new readings.

Ella Baudinet's paintings reflect life itself, that primordial principle, that dynamic, chaotic, transformative, and above all, contradictory force. Because everything is the antithesis of something else.

We will have gained much for the aesthetics of science when we have reached not only logical comprehension but also immediate certainty of the intuition that the development of art is linked to the duality of the Apollonian and Dionysian. Friedrich Nietzsche

Madrid, September 1st.